Había una vez un pequeño planeta muy triste y gris. Sus
habitantes no lo habían cuidado, y aunque tenían todos los inventos y naves
espaciales del mundo, habían tirado tantas basuras y suciedad
en el campo, que lo contaminaron todo, y ya no quedaban ni plantas ni animales.
Un día, caminando por su planeta, un niño encontró una pequeña flor en una
cueva. Estaba muy enferma, a punto de
morir, así que con mucho cuidado la recogió con su tierra y empezó a buscar un
lugar donde pudiera cuidarla.
Buscó y buscó por todo el planeta, pero estaba tan
contaminado que no podría sobrevivir en ningún lugar. Entonces miró al cielo y vio la luna, y pensó que aquel
sería un buen lugar para cuidar la planta. Así que el niño se puso su traje de
astronauta, subió a una nave espacial, y huyó con la planta
hasta la luna.
Lejos de tanta suciedad, la flor creció con los cuidados
del niño, que la visitaba todos los días. Y tanto y tan bien la cuidó, que poco después germinaron más flores,
y esas flores dieron lugar a otras, y en poco tiempo la luna entera estaba
cubierta de flores.
Por eso de cuando en cuando, cuando las flores del niño se
abren, durante algunos minutos la luna se tiñe de un rojo suave,
y así nos
recuerda que si no cuidamos
la Tierra, llegará un día en que sólo haya flores en la luna.
Notebook Teresa.
Fuente:http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/la-luna-roja
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